Carta a nuestro “Gobernador”:
Me dirijo a usted de la forma más respetuosa que un “líder” de este país se merece. Entiendo que esta situación viene de años, pero ningún otro gobernador tomó las drásticas y (permítame decirle) injustas decisiones que se tomaron en este año. Entiendo su posición y lo incómodo que se debe sentir dar frente a su país teniendo conciencia (que entiendo que usted posee) de que está privando a muchos de sus compatriotas de poder tener una comida decente en su mesa, de poder pagar sus deudas y no como todos los que se encuentran a su alrededor que no tienen que preocuparse de éste problema, ya que tienen todo pago.
Estamos enfrentando una situación de “crisis financiera” que nuestros líderes anteriores (incluyendo a todos los partidos) implantaron en nuestra Isla y hoy nosotros -Puerto Rico-, pagamos las conscecuencias de actos que no tenemos ni la más mínima responsabilidad directa por ellos. La mejor manera de sobrellevar esta situación no es a través de la violencia ni los insultos; pero permítame decirle que es imposible mantener la calma, sabiendo que miles de personas hoy no tienen qué comer, mientras usted sigue deleitándose con sus banquetes, no pueden conciliar el sueño pensando qué medidas tomar para poder costear el techo donde viven, mientras usted duerme tranquilo y con todas sus comodidades ( si es que con tantos insultos y amenazas puede dormir tranquilo y si su conciencia se lo permite).
Aclaro que no me he visto afectado(a) directamente por los miles de despidos. Pero entiendo el sentir de nuestros compatriotas que hoy viven en carne propia una injusticia. Injusticia, porque en vez de dirigirse su atención a todos aquellos que reciben ayudas del gobierno, con más de tres hijos y sin ningún trabajo (que son quienes desbalancean nuestra economía), se dirigen a personas que luchaban para mantener honradamente a su familia; y lo más penoso es que muchos de ellos fueron matrimonios. También desbalancean nuestra economía todos los que le rodean (entiéndase legisladores, senadores, etc.) los mismos que no se conforman con su buen sueldo y exigen dietas y demás comodidades.
No repita una vez más que esto es por el bienestar de Puerto Rico, pues no hay que ser muy inteligente para apreciar que el pueblo de Puerto Rico es el primero en afectarse por la mala toma de decisiones de quienes continúan con un buen sueldo y buena vida. Hay múltiples opciones a tomar, no sólo el despido de miles de empleados, ni implantando cuotas tontas que no lograrán sufragar los gastos que la administración -probablemente disfrutó en un período- pero los que dirigen éste País, por desgracia, no quieren sacrificarse (aunque no es un sacrificio realmente, comparado con lo sucedido con nuestro pueblo, pero son tan egoístas -con todo el respeto- que no dan su “brazo a torcer”).
Quizá el pueblo de Puerto Rico no tenga las herramientas necesarias para hacer conciencia a nuestros líderes de el gran daño que han ocasionado, pero hay un Dios que todo lo ve y todo hace pagar. Si algún día reconoce el daño que le ha hecho a todos nuestros compatriotas, no le pida disculpas a los mismos, pídale a Dios que es más grande y le salvará (si se es perdonable) lo que hizo con su propio País.
Johannys M. Rivera
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